martes, 28 de junio de 2016

Y simplemente... gracias.

¡Saludos a todos! Parecía que este blog ya estaba acabado, que sólo había sido un lugar de inspiración pasajera, ¿verdad?. Pues aquí vuelvo, casi 4 años después. Me he decidido a escribir porque al visitar de nuevo este blog y releer mis entradas me he acordado de la persona que era, y he recordado que no soy distinto (de momento). Y por eso quería contar una anécdota recién salida de este curso (3º de Medicina).

La verdad es que, ya sea por H o por B, este ha sido un curso duro. No ha sido duro por el contenido sino por todo lo que lo ha rodeado. Y quizás haya sido ese primer contacto con el hospital, ese primer contacto con los pacientes que, sin poder evitarlo, se mueren, lo que ha hecho el curso algo más cuesta arriba.

Para los que no lo hayáis deducido ya, yo estudio Medicina. Hasta ahora, todo había sido estudiar y hacer exámenes. Pero este curso ha sido distinto. Este año he entrado en la habitación de una persona, para ver cómo se le agotaban las fuerzas. Y no ha sido sólo uno; por desgracia, en los hospitales hay gente que se muere. O peor, pierden toda capacidad de comunicarse con el medio que les rodea, pierden la capacidad de reconocerse a sí mismos y quedan en un estado a caballo entre dos mundos, y no terminan de avanzar hacia ninguno.

La verdad es que acompañando a todo esto, yo he tenido que pasar por un largo proceso de enfermedad que me ha hecho comprender todo lo que yo estaba viendo en mis prácticas como "médico". Y cuando un médico no sabe lo que tiene, y lo que tiene se presenta todos los días, eso le aterra.

Le aterra porque los médicos sólo ven a ese 5% de la sociedad. Ese 5% que enferma. Realmente, el 95% de las personas (adolescente-adulta) no tiene nada a lo largo de su vida (nada más allá de un catarro o un esguince). Solamente un 5% más o menos de la población  tiene algo que requiere atención médica. Y los médicos están constantemente rodeados de ese 5%, de tal forma que para lo que las personas ajenas a la Medicina es raro, para el médico es el pan de cada día.

Yo siempre me he preguntado cómo consiguen aguantar un ambiente en el que el sufrimiento, las calamidades, las malas noticias e incluso el "fracaso" (éxitus) es una gran parte de lo que ves diariamente. La verdad es que esta pregunta ha rondado mi cabeza estos 3 años, y no se me ha ocurrido respuesta alguna. Pero hace dos días la cosa ha cambiado.

Tuve la oportunidad de asistir a una guardia en un nivel de enfermos graves. A diferencia de toooodas las prácticas a las que he asistido (en la que los estudiantes somos algo así como una planta, ni habla ni contribuye de ninguna forma al bienestar del paciente), en esta algo fue diferente. Tuve la oportunidad de hablar con una paciente grave, y además pude ser útil, pude ayudar. Al final de la guardia, tras aproximadamente 8 horas de tratamiento en urgencias, descubrimos el problema de la paciente, que por suerte era fácilmente corregible.

Al darle el alta a esa paciente, con la que había cogido algo de especial cariño porque ha sido "mi primera paciente", tanto ella como su marido se dirigió hacia la doctora con la que estaba y hacia mi y expresó su gratitud, y mas allá de eso me dijo la frase que no se me va a ir de la cabeza: "Tú podrás ser muy buen médico, o buen médico o lo que sea, pero esa cara de buena persona que tienes no te la quita nadie. De verdad, muchísimas gracias".

La paciente abandonó por su propio pie las urgencias, y como es lógico no he vuelto a saber de ella. Pero lo que si sé es que desde entonces, ahora cuando voy a las prácticas me encuentro de forma diferente. Las enfoco de otra manera, y me interesa mucho más cualquier cosa que pueda aprender para ayudar.

Realmente, la paciente sólo me dio las gracias (algo que nos han enseñado a dar desde pequeñitos, y que estamos tan acostumbrados a recibir...). Aun así, estas gracias fueron diferentes, sinceras y sobre todo, esperanzadoras. Esperanzadoras porque, a pesar de estar rodeado de todo tipo de infortunios de salud, me he dado cuenta de que lo que hago inspira, de vez en cuando, un sentimiento de gratitud sincero que llena todo el hueco que pueda dejarme la inseguridad, el temor y la duda. Casi todos hemos aprendido a dar las gracias, pero pocos saben recibirlas.

""Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido que vale la pena arriesgarse a no ser un ingrato."


Alvaro M. 

lunes, 19 de mayo de 2014

Un viaje hacia El Dorado

Hola a todos. Si es que queréis seguir leyéndome, después de tantos días abandonados. Pero, si os he tenido abandonados, tengo mis razones. Ha sido un año muy duro, lleno de esfuerzos. Lleno de exámenes, lleno de sorpresas. Ha sido un curso árido, dicen que es el más duro. Pero esta entrada no está hecha para hablar de eso. Quiero hablaros de un viaje. Un viaje que no sé si he hecho. Un viaje que, de no ser por las fotos, creería haber vivido en un sueño. 

La mañana del 14 de mayo nos vimos todos. Había muchos nervios en el ambiente. Pero terminó. Aquel último examen terminó.  Y en ese momento, en mi cabeza apareció una palabra: Bilbao. Había llegado el momento. El momento por el que todo este año de altibajos universitarios había merecido la pena. Nada más entregué el examen se me puso la carne de gallina. No sólo había acabado primero de Medicina, había llegado la hora que tantas discusiones, alguna que otra lágrima y tiempo había costado preparar: El viaje de los "Medicoblastos".

Supongo que estaréis deseando que os describa este viaje hacia El Dorado. Pues no lo voy a hacer. Considero que este viaje pertenece a aquellos que lo han hecho posible. Esos recuerdos nos pertenecen; y a aquellos a los que se los contamos no los entienden. Escaleras, candados, botxo y más escaleras. Son palabras que están vacías para vosotros, pero son palabras que para mí representan la mejor época de mi vida. Quizás allá donde íbamos no era todo de oro, ni mucho menos. Pero todo lo que los Medicoblastos han tocado, lo han convertido en oro. Son médicos en potencia, y no se han equivocado de profesión. Yo de lo que sí estoy seguro es que, a las personas que toquen, las curarán. Las van a convertir en oro. Y nosotros, los integrantes de este irrepetible grupo, estaremos ahí para tirar de todos. 

Lucía, Mónica, Ana y Alicia. Alberto, Andrea, Irene y María. Manuel, José Simón y Joao. Noelia, Carla, Almudena y por todos los demás. Aquí estamos chicos, para animar a los que animan y curan a otras personas, para tener siempre disponible una sonrisa. Para dar la mano y levantar a los que caigan, para ver siempre los éxitos y los dramas. Porque inevitablemente caminamos juntos, o todos o ninguno. Y eso, queridos lectores, es en esencia, un camino de vida; un viaje hacia El Dorado. 

lunes, 18 de febrero de 2013

El ritmo del saxo

Buenas a todos. Hoy vengo con una reflexión sorpresa. No es mía, ya lo adelanto. Resulta que a lo largo de mi vida he tenido la suerte de ir encontrándome con algunos ejemplos o modelos de vida que me han marcado y me marcarán siempre. Uno de estos modelos es una chica llamada Anaïs, que afortunada y milagrosamente es mi novia. Realmente siempre he pensado que pensábamos muy parecido, pero esta reflexión suya me ha hecho ver que coincidimos transparentemente. Es una reflexión muy buena sobre las parejas hoy en día; aquí os la dejo. Si os gusta, también os dejo la dirección de su blog, donde encontraréis más obras maestras. 

La sociedad de hoy en día es la sociedad del estrés, de las prisas, del ahora mismo y cuanto antes. Parece ser que los días se hacen cortos, que la vida presiona al individuo y que el propio tiempo va contrarreloj. Por culpa de tantas prisas, hay veces en que querríamos, literalmente, que el tiempo fuera contra-reloj. Dar marcha atrás para evitar muchos traspiés.
 
Los traspiés a los que me refiero en estos momentos son los amores, “tempo allegro” de nuestras vidas. Como si de música se tratase, las parejas son bandas. ¿Cuántas veces los músicos han puesto todos sus esfuerzos en un grupo para separarse años después? ¿A cuántos fans, fruto de su música, habrán dejado huérfanos los artistas divididos? Muchas de ellas se juntan a la aventura, sin pensar si de verdad eso es o no factible, sostenible, compatible o incluso correcto. ¿Y quiénes son luego los perjudicados? Los fans, los pequeños e inocentes fans, que creen que sus mayores ídolos nunca pueden errar. Familias divididas, hijos sin hogar…
 
Y todo eso por no haber practicado más la técnica musical. Hablo, por ejemplo, del saxo. Una pareja de saxofonistas. Uno de ellos, apasionado, sin miedo a la opinión del público, nada más recibir el instrumento, desea fervientemente exhibirse en un escenario. Sin embargo el otro, más prudente, dedica un tiempo para conocer a fondo el mecanismo del saxo, investiga lo que está bien y lo que está mal, pregunta sin miedo a sus maestros. Aguarda tanto a salir, que con toda seguridad, sabe que no va a fallar. Practica años y años antes de lanzarse al mundo discográfico, en donde si el músico no tiene un estilo bien definido, bien puede ser objeto de manipulación, para finalmente verse envuelto en un negocio del que se arrepentirá de por vida.
 
Veo necesario conseguir que se recuperen ciertos aspectos del arte clásico. Un poco de calma para frenar  las agujas de un metrónomo demasiado acelerado a causa de estos nuevos estilos de vida. Una nota tocada a destiempo puede arruinar la armoniosa sucesión de la obra. Dejarnos llevar, sí, pero sabiendo hacia dónde nos conducirá el siguiente compás."

Queroliita 

Extraído de www.bl0g0s.blogspot.com

domingo, 13 de enero de 2013

El armario emocional

              Hola a todos y feliz año. Inauguro el 2013 en este blog con un tema de sentimientos, ya que hace mucho que no escribo. Hoy vengo a preguntarme sobre la persona humana. No vengo a dejaros aquí un enorme y filosófico discurso sobre el ser humano y sus orígenes. Vengo a preguntarme qué nos hace sentir, sentir emociones: felicidad, amor tristeza o necesidad. 

             Una cosa que debéis saber de mí es que quiero ser médico y lo supe desde hace 3 años (con 14-15 años). Por ello sé que actualmente la felicidad y la tristeza están asociadas a la presencia/ausencia de oxitocina y dopamina fundamentalmente ( una pareja de hormonas asociadas al amor y a la felicidad). 

         Lo que  me preguntaba es por qué yo,(espero que al igual que otros pocos en el mundo) tengo que sentir tanto. Supongo que sabréis que hay diferentes maneras de sentir (en función de la intensidad). Desde hace ya unos años me he catalogado a mi mismo como un hipersensible moderado en cualquier aspecto (no sólo en aspecto físico sino en emotivo). Y no lo digo en la absurda y extendida connotación sensible = llorar. Me refiero a que las cosas (tanto buenas como malas) me afectan bastante más, me llegan más que a la gente que tengo alrededor. 

        Al principio y de primeras esto puede parecer muy bueno porque por ello puede parecer que medito más las cosas y que las alegrías dejan mayor huella en mí. Pero a veces es cansino, porque al igual que lo hay para bien, lo hay para mal. Estoy hablando de que esto presenta una dualidad don/maldición, esto es, que cuando subes, subes más que el resto; pero cuando bajas, bajas más que el resto (emocionalmente hablando), y casi que son esas veces cuando prefieres quitarte esa característica tuya, arrancártela y depositarla en una cajita, cerrarla y decir "me merezco un descanso", sólo quiero descansar de pasarlo "más mal que el resto de personas que me rodean, o al menos que lleguen alegrías buenas que compensen encarecidamente esos malos ratos".

      Tras investigar en el mundo del que yo me considero (mundo médico), encontré que la hipersensibilidad física se define como "hiperestesia". Tal vez podríamos describir mi condición como una "hiperestesia emocional moderada" (el término es creación propia, no tiene ningún referente médico). Le sumo el adjetivo "moderada" porque pienso que aún describiendo esto como "hiperestesia emocional", no creo que llegue a ser tanto lo que me ocurre como para llamarlo asi (es decir que cuando veo algo malo no empiezo a derramar un mar de lágrimas ni a tender tendencias suicidas como le sucedería a un hiperestésico emocional). 

     Pero aún así os digo que por desgracia en esta vida lo normal es moverse escasamente unos cm. de la línea del no sentimiento (neutralidad) hacia arriba o hacia abajo  (por eso la felicidad es tan deseada, porque a pesar de que hay momentos, días, temporadas felices esto no es lo normal, sin embargo recaer en una tristeza sí que es común porque en la vida suele haber una tendencia negativa).


   Después de tanto vocablo y término extraño (que espero que no os haya echado atrás en la lectura), me gustaría aclarar que esta entrada no es una queja de vida ni nada por el estilo. Es simplemente un guiño hacia esas personas que (por suerte Y por desgracia) tienden a sentir más que el resto de la gente. 
   Aunque también es una llamada al resto de personas que circula por el mundo exterior para que sepan que  existe gente así. Que tal vez lo que para ellos es una lágrima o una sonrisa, para otras personas quizás sean motivos para dejar de pensar o para saltar y gritar de felicidad. Personalmente estoy seguro de que un alto porcentaje de gente que le pasa esto cambiaría sin dudarlo esta característica por la normalidad. Y si me preguntáis que qué haría yo, pues os diré la verdad (la realidad): jamás. Sé que si existiera esa cajita donde guardar los sentimientos un rato o un armario en el cuál pudiera colgar en perchas cada uno de mis sentimientos y mi conciencia me dijera qué ponerme en función de adonde fuera, sin duda no lo haría porque personalmente pienso que es mas un don que una maldición, a pesar de que  a veces sea duro sentir más que los de tu alrededor. Tal vez algún día deje de ocurrirme esto, (ojalá no) ; a lo mejor mi mente es capaz de si bien no eliminar esto por lo menos ocultar en algún rincón de mi cabeza  esta hiper-emotividad, pero sé que eso no me va a cambiar porque yo ya estoy formado y la persona que soy, el ser humano que soy ya ha terminado su etapa de formación para empezar, espero que con éxito una nueva etapa de mi vida, de 18 años hacia arriba.

       Mingus, M.D.







lunes, 29 de octubre de 2012

Historia de un proyecto fallido

Hola a todos. Esta entrada es un experimento. Tal vez no tenga ningún sentido en lo que diga, pero aun así creo que tengo que escribirla. Muchos psicologos, psiquiatras y chalados del mismo mundillo dicen que es muy bueno soltar las cosas. Mejor fuera que dentro.

Si notais un toquecillo tal vez sarcástico no os extrañe. ¿Que qué me pasa? Que estoy... bueno, dejemoslo ahi; estoy. Hoy se me ha venido abajo una de mis metas a largo plazo, de esas que dices ¿te imaginas que ...?
Tal vez esté siendo un poco exagerado, pero si os digo la verdad, siempre quise acabar el colegio sin tener una nota sombreada en la evaluación, sin tener ese alfiler que por pequeño que parezca pincha, duele, se clava y queda cicatriz pues yo guardo todos mis expedientes y ahi quedarán esas notas por los siglos de los siglos. Hoy me han dado la noticia que derruía y dinamitaba ese propósito. 5 palabras pueden lograr cargarse 11 años de dedicación. Pero claro, el que las dice se la ... vamos, que le da igual. 

La verdad es que uno se para a pensarlo y se ve a si mismo hace 5 años en la mesa estudiando. 4 años, 3 años, 2 años, el año pasado. Y ves que las has pasado canutas para aprobarlo todo de manera inmaculada. Y entonces te surge en la mente esa escena que has vivido recientemente (por no decir hoy mismo). Te sacan de clase, te apartan a un lado y te dice "Te he suspendido. A ojo, parece que has suspendido." Ole. A ojo. Porque ¿para qué tratar de corregir el examen a ver si se había aprobado?

Hay personas que están acostumbradas. Yo no. Sabía que podría llegar  ese momento, pero no me imaginaba. ¿Que qué sentí?. Todo lo sensible. ¿Que qué hice? Darme la vuelta y salirme del grupo de personas que avalanchaban al profesor  En silencio. No recuerdo muy bien la verdad. Entré en clase, que estaba casi vacía porque la gente se había ido ya a comer. Esperaba despertarme, pero no. Aquí estoy, delante del blog, con la escena en la cabeza, y la cara del emisor (por ponerle un nombre) cunado me dio la noticia. Él ahora mismo está tranquilo "No importa, no pasa nada. Se puede subir la nota, se puede recuperar". Pero el 3 sombreado de gris queda ahí. Es fácil tener un día que te arruine el propio día, pero no es fácil encajar un día que te deshaga un proyecto que tenía 12 años de duración y al cual le quedaba 1 para completarse...

Imagino que esta entrada desaparecerá a lo largo de esta semana o incluso hoy mismo, (es un experimento), cuando vea que no merece la pena siquiera dedicar más tiempo a la propia asignatura. Es hora de levantar la pluma del papel y escribir en otro cuaderno.          X = 0. 

martes, 7 de agosto de 2012

Curiosidad(es)

Hola a todos. Hoy vengo a comentar un tema sobre el que llevo pensando desde hace tiempo. No creo que sea filosófico, esta vez no hay frase que resuma la entrada, no hay final de la entrada, ni siquiera hay una base de racionalidad en esta entrada. Es una entrada distinta, una entrada que tal vez muchos no entenderéis, porque nunca habréis pensado un poco más allá de las cosas. Y si se da el caso de que la entendéis, entonces es que os dais cuenta de que "detrás de una sala limpia siempre hay una señora de la limpieza que se ha esforzado en limpiarla" porque os habéis acostumbrado a ver más allá de la cosas. 

Como tal vez se pueda adivinar por el título, vengo a hablar de curiosidades que alguna vez han ocurrido en nuestras vidas. Son curiosidades que te marcan, son hechos que te van formando y de los que aprendes, pero sobre todo, son cosas que parecen que no iban a pasar nunca, hechos que parecen imposibles pero que aun así, ocurren. 

Hay gente que pierde el tren que coge siempre a la misma hora y justo ese mismo día ese tren tiene un accidente. Esas cosas te dan qué pensar. Pero no hay que irse tan lejos para encontrar ejemplos de este tipo de sucesos. Cada uno puede mirar en su propia vida y se dará cuenta de que su vida es el resultado de una serie de sucesos concatenados cuya probabilidad de ocurrir es una entre un billón. 

Fallos informáticos, decisiones que se toman en el último momento, acciones que decides realizar impulsivamente sin pensarlas, imprudencias que realizas cuando toca estar serio... Y después de ver todas esas cosas la única reacción posible es la de maravillarte de ver cómo, si no hubieras hecho eso, no habría pasado. Es tan fácil que no hubiera pasado; basta con que una sola de las cosas que has hecho no la hubieras hecho. Basta con que un día te hubieras levantado distinto, que te hubiera dado pereza algo, que entonces no habrías llegado a donde estás. 

Es como un efecto dominó el cual no sabes donde empieza, pero si te paras y miras atrás tratando de ver cuál era la primera ficha que cayó verás que no eres capaz de avistarla porque, aunque no te dieras cuenta, ya llevan cayendo muchas fichas a lo largo de tu vida. Y entonces te das cuenta de lo difícil que es que una ficha al caer golpee a la ficha contigua en el sitio justo para que caiga de una manera determinada siendo la distancia entre ambas la justa y adecuada, ni mayor ni menor, golpeando así a la siguiente en el sitio específico, y así sucesivamente. 

Tal vez puede llegar un momento en el que pienses que han dejado de caer, que se te ha acabado la suerte de los sucesos improbables, que se han acabado las fichas del dominó. Qué gracia... Aunque no te des cuenta, es en esos momentos cuando más rápido están cayendo y... tiempo después, si te acuerdas de esos momentos, te reirás al darte cuenta de que, paradójicamente, en esta vida las fichas van cayendo para levantarte. 

Álvaro M. 

jueves, 2 de agosto de 2012

Cuando crees que estas perdido, es cuando realmente te encuentras

Hola a todos de nuevo. Espero que esteis disfrutando de un verano lleno de alegrías y de descanso. Al menos eso estoy haciendo yo. Hoy, sin embargo, vengo a escribir sobre una pequeña reflexión que he tenido. 

Estas mañanas de verano suelo irme 1 hora larga en bici a montar por mi pueblo porque es una gran manera de desconectar de todo, gastar energías y de pensar en cualquier cosa que se te venga a la cabeza. Pues no me preguntéis cómo, pero hoy ha venido a mi cabeza el escritor Victor Frankl (autor del libro "El hombre en busca de sentido"). 

Este autor es un superviviente de un campo de concentración similar al de Auschwitz. En su libro narra la experiencia por la que se pasa al estar allí, y cuenta cosas bastante increíbles, como por ejemplo que llega un momento en el que tu único objetivo y fin es morir, porque empiezas a pensar que en tu vida ya no quedan esperanzas. Sin embargo, mi reflexión no va por ahí. 

Sobre lo que he estado pensando es sobre una frase que tras darle muchas vueltas he llegado a la conclusión de que va a ser incorporada a mis principios de vida. Veréis, este autor afirma que "Un hombre que tiene un por qué, es capaz de soportar cualquier cómo".  Es una frase sencilla, y tal vez parezca obvia; pero de algo de lo que estoy seguro es de que cualquier persona de este mundo ha perdido temporalmente su "por qué", cayendo en una espiral de vacío y confusión. Si no eres capaz de dar un sentido a tus acciones entonces no vas a saber llevar todo lo que te venga, no vas a encontrar un motivo.

Profundizando más, me he dado cuenta de que esto debería de ser un principio básico en la psicología. Cuando una persona vaya al psicólogo deprimida, perdida, no se le debería mandar medicación. Lo que habría que  hacer es buscar un por qué para esa persona, buscar su propio por qué. Cuando se encuentra ese por qué, ese fin, esa razón por la cual decides reaccionar es entonces cuando soportas cualquier cómo, cualquier circunstancia. 

No sé si habréis pensado alguna vez sobre esto, pero a mí me ha ayudado en varias ocasiones y creo que si no hubiera leído este libro, tal vez no hubiera conseguido levantarme tantas veces en el mínimo tiempo posible,  y ahora, en esas ocasiones en las que me estoy "cayendo" ya voy buscando el horizonte antes de llegar al suelo, ese es el secreto; porque  tu vida no se trata de las veces que caigas, sino de las veces que eres capaz de levantarte y seguir siendo constante. 

"Tu caída no es mas que el comienzo de tu recuperación"

Álvaro M. 

miércoles, 11 de julio de 2012

Life is a song

¡Hola a todos de nuevo! Llevo unos días pensándome un precepto que oí y al final me ha parecido algo digno de mención. Tal vez si no tocáis un instrumento o no os gusta mucho la música ( música de verdad, nada de esos remixes e historias de esas de ahora que no tratan de expresar nada) alomejor no lo conseguís coger del todo, pero bueno, el caso es que es algo curioso.

Hablo de si la vida puede ser una canción. Cada uno elige la canción que va a sonar en su vida; cada uno elige la canción que va a ser su vida. Unos elegirán al Pitbull este, pero cuando pasen 50 años, se darán cuenta de que no pinta nada. Pero hay opiniones y opiniones: "para gustos, los colores", o mejor dicho "para gustos, las canciones"

Hay quien elegiría música clásica, hay quien elegiría música latina e incluso hay quien elegiría una canción lenta que trate de amor o de los Beatles, o de un grupo que sólo conoce él mismo, eso no importa. Unas son más tranquilas, otras más rítmicas, otras más agradables... El caso es que cada uno elegiría una canción que haya marcado su vida, que tenga un cierto significado para él; una canción que haya oído en cualquier momento, en los buenos y en los malos, que le traiga felicidad y le lleve a seguir adelante, a olvidar lo malo y a conseguir sus sueños, a vivir sus años. Naturalmente, todos (o al menos yo) estaríamos indecisos, pero lo que importa es que la encontremos, que encontremos una canción que suene como nuestra vida, que sea nuestra vida, que la oigas y digas "esta es, sin ninguna duda". 

"El amor es la mejor música de la partitura de la vida; sin él serás un ser eterno desafinado en el inmenso coro de la humanidad"






"Life is a song" by Patrick Park. ("Maybe life is a song, but you're scared to sing along until the end...")

Salu2! 

Álvaro M. 

miércoles, 4 de julio de 2012

Una sonrisa inteligente

Pues sí, efectivamente; creo que voy a continuar con el presente blog. ¿La razón? No sé, tal vez es que es una forma de recordarme a mi mismo quién soy, o cómo decía aquel filósofo griego "de dónde vengo y a donde voy". 

Pues bien, hoy he estado acompañando a mi hermano pequeño a vacunarse a un centro de salud en el que estaba su pediatra. Hasta ahí todo normal, y eso que yo iba "de rebote" pues no tenía planeado ir. Sin embargo, ha habido algo que me ha llamado mucho la atención. Hemos entrado en la consulta (toda la familia, a lo grande, como siempre) pero esta vez ha ocurrido algo distinto. La doctora (que sustituía al pediatra de mi hermano) ¡¡nos sonrió!!


Sé que parece una tontería pero pensadlo: ¿Cuántos médicos a los que habéis ido os han sonreído al entrar? (no hablemos de las típicas enfermeras recepcionistas...) Creo que hoy he recibido una lección que me marcará como (futuro) médico.  Y dándole vueltas a esto he pensado cómo cambia la actitud del paciente con esta sonrisa; podréis creerlo o no, pero mi hermano (de 4 años de edad) no ha echado ni una lágrima a pesar de las 2 vacunas.

Y es entonces cuando han venido a mi frágil memoria aquellas fugaces palabras de mi abuelo, que me decía cuando era pequeño: 

"Álvaro acércate, ven aquí. A mí no me importa lo que quieras ser, pero de lo que seas, ¡me gustaría que fueras bueno en eso! Tal vez no tengas mucha suerte, y alomejor te conviertes en basurero; pues ¿sabes qué? Ni una de las estrellas del cielo dejará de sonreír si eres un buen basurero. Me sentiría orgulloso de mi nieto, que no sólo sabe hacer un trabajo, sino que le pone todo su afán. Y es que debes recordar siempre Álvaro que el más inteligente no es el más listo, sino el que mejor se adapta a las circunstancias que le rodean"

"Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de una espada" 

William Shakespeare

Álvaro Mingote

martes, 15 de mayo de 2012

Salu2 y... "agür"

Bueno, ya parece que llegamos al final. El final del blog... Suena duro decirlo, pero las normas son las normas, y el 15 de mayo se acaba la asignatura. Es la primera vez que hago un blog, y es la primera vez que me ponen una fecha límite para cerrarlo. Las entradas que he ido publicando son, en el fondo, una pequeña parte de mí, de mis opiniones, mis pensamientos, de cómo soy. 

Pienso que cualquier persona que lea mis entradas del blog se puede hacer una idea de cómo soy, y la verdad es que este ha sido un ejercicio que me ha aportado mucho. Sólo quería deciros a todos mis lectores (sí, incluyendo a los rusos, ecuatorianos y americanos) que tal vez siga publicando más entradas, porque así, cuando sea mayor, podré ver cómo pensaba yo cuando tenía 17 años y me acordaré de estos años escolares, me acordaré de  la gran clase que he tenido este año (para mí la mejor) y de todas esas historias que me pasaron haciendo el BI, o dando una clase de filosofía en la que hubo peligro público.

¿Que tal vez esto sea un mensaje a un yo del futuro? Pues tal vez. ¿Que tal vez esta sea la última entrada que publico? Pues tal vez. ¿Que tal vez en el futuro me emocione al ver este blog y recordar  todo lo que viví el año que lo hice? Pues tal vez. Aun así, espero que a alguien le haya llegado algunas de estas enseñanzas que he tratado de plasmar, para que las transmita a otra persona o para que quizás haga un blog parecido, quién sabe...

"Al final lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años"

Álvaro M.